Foro 4-Unidad 2 Módulo 1-Lectura 2, Unidad 2-Módulo 1Foro para la discusión relacionada con la Segunda lectura de esta Unidad, la Introducción de Abel Penn al libro Historia ilustrada de un pueblo: La evolución puertorriqueña de Eugenio Fernández Méndez.En esta lectura se hace una introducción al libro de Fernández Méndez, y su autor Abel Penn, hace varias afirmaciones relacionadas con el contexto o devenir histórico de los pueblos hispanos y en particular de Puerto Rico. Escoge una de esas afirmaciones, o algo de lo que dice Abel Penn, que más haya llamado tu atención. Cita la frase, la oración o el párrafo y explica por qué te impactó.
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Lectura Primera
Introducción
El propósito de esta lectura es que nos ubiquemos en el contexto
hispano de nuestra historia y evolución como pueblo, y desde ese
contexto prepararnos para entender nuestra relación en los inicios de
nuestra historia política con España y luego con los Estados Unidos.’
Es una lectura breve, pero que nos permitirá una rápida ubicación
histórica. Léanla con cariño, es viejita…. Pero ayuda a ubicarnos en la
reflexión de nuestro problema en este curso: nuestro futuro estatus
político…
Esta primera Introducción está tomada precisamente de la
Introducción realizada por Abel Penn al libro de Eugenio Fernández
Méndez, Historia ilustrada de un pueblo: La evolución puertorriqueña,
cuya referencia se incluye a continuación:
Penn, A. (1994). Introducción. En E. Fernández Méndez, Historia
ilustrada de un pueblo: La evolución puertorriqueña. (9na ed., p. 578).
San Juan, P.R.: Sharon, Conn. :Caribe Grolier ; Troutman Press.
Muchos de los pueblos de las Américas -como el pueblo
de Puerto Rico— son de habla española. Superan en el total de
su población a la de los Estados Unidos. En los mismos Estados
Unidos, en las partes sudeste y sudoeste conquistadas de los indios,
por hombres que vinieron de España, se hablaba el español
un siglo antes de que se oyera el inglés.
Además, el español se habla hoy día por miles y miles de
hombres, mujeres y niños de origen mexicano, cubano, puertorriqueño
o de otros pueblos hispanos. Se oye desde Nueva York
hasta Los Ángeles, y de Florida hasta Texas, en Nuevo México
y en Arizona, en Colorado y en California.
La influencia hispana ha jugado un papel muy importante
en la historia de los Estados Unidos desde mucho antes que la
nación se llamara así o aún fuera nación. Un siglo antes de la
llegada de los peregrinos ingleses a las tierras de Nueva Inglaterra
ya Juan Ponce de León, español y primer gobernante de Puerto
Rico, había descubierto Florida en nombres de los reyes de España.
Vino también Hernando Soto, quien ayudó a Pizarro en la
conquista de Perú, para explorar las tierras del Río Mississippi.
Vino Álvaro Núñez Cabeza de Vaca –que no era ninguna vaca–para
conquistar el Paraguay y para explorar parte de Texas y
Louisiana y otras secciones de lo que hoy es el sur de los Estados
Unidos. Y vinieron muchos más soldados, frailes, hombres de
aventura, gobernantes- para tomar posesión de estas tierras y
alzar sobre ellas el estandarte con el emblema del león y el castillo: el
estandarte de España.
La historia del papel hispano en la formación y evolución de
los Estados Unidos es larga y heroica. En ese drama, todos los
pueblos de habla española, incluyendo, por supuesto, al pueblo de
Puerto Rico, juegan, ya sea en un grado mayor O menor, un
papel especial.
La extensión del idioma español por estas tierras y por todas
las Américas comenzó hace más de tres siglos y medio (en Puerto
Rico, en 1493) con la llegada a sus tierras y mares del Gran
Navegante: Cristóbal Colón, almirante de España. Tras él y
otros exploradores españoles que lo siguieron. vino un vasto
movimiento
de migración española a través de los continentes y por
las islas del recién descubierto “Nuevo Mundo”, que entonces
llamaban Indias, y después, América o las Américas.
El poder de ese imperio, que tenía su base en Madrid, duró
en las Américas por más de tres siglos. Empezó a decaer a
principios del siglo diecinueve cuando surgieron. una tras otra,
y desde México hasta Argentina, las guerras de independencia
que libraron a casi todos los países hispanos en las Américas del
dominio de España. .Este dominio terminó con la guerra de los Estados
Unidos contra España en 1898.
En los pocos meses —casi semanas que
duró esa guerra, España perdió el resto de su imperio -Cuba,
Puerto Rico, Filipinas, Guam- que en un tiempo había sido el
más grande en la historia del mundo. Solamente quedaron, le
queda aún, unas pequeñas colonias en el noroeste de África. Y
con la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de ese
mismo año. poniendo fin a la guerra, España tuvo que conformarse
con la pérdida de Puerto Rico.
La isla pasó a manos de los Estados Unidos. El siglo culminaba
como culminaba el poder de España en su último baluarte
en las Américas. Y, por primera vez, en Puerto Rico -por todas
las montañas y costas de la vieja isla de Boriquén de los indios
taínos- fue bajándose el viejo estandarte de España. Y se izó la
bandera americana.
Con el nuevo siglo -el veinte— empezó una nueva era para
Puerto Rico, una era que traía en sí nuevas esperanzas y también
nuevas preocupaciones, para el pueblo puertorriqueño.
A pesar de su colapso como imperio, España legó su influencia
en la vida que llevan los pueblos hispanos de las Américas.
Predomina aún el uso del idioma español entre ellos, como en
Puerto Rico, y se sigue compartiendo ciertas tradiciones comunes
que incluyen la religión y otras prácticas y costumbres que
se trajeron de la península española a las islas y tierras de la
América Hispana.
Es decir, todos estos pueblos hispanos. los de México, Puerto
Rico, la República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Chile y once
países más de América del Norte y del Sur- se parecen mucho.
Entre las costumbres que tienen en común, puede mencionarse el
hecho de que hablan el mismo idioma: el español, al que le han
dado muchas palabras y frases originales que tienen de sus propios
países. A este tesoro del idioma Puerto Rico ha contribuido con
más de 1,200 palabras que son exclusivamente suyas -es decir,
que no se usan en el mismo sentido en ningún otro país hispano.
Estos pueblos, además de hablar el mismo idioma, lo estudian,
lo leen, lo escriben, y lo cantan. Esto significa que también gozan
de una literatura muy extensa y que la tienen en común. Comparten
un gran medio de comunicación entre sí que, a la vez, es medio
de honda expresión para cada uno de ellos. Los puertorriqueños
leen y se inspiran con la poesía de Pablo Neruda. por ejemplo,
que es de Chile, y con las novelas del mexicano Mariano Azuela.
Por el otro lado, los pueblos de aquellos países hispanos recitan
con aprecio los versos de poetas puertorriqueños como Luis Palés
Matos y otros, o gustan de leer las novelas de Enrique Laguerre,
y los cuentos de Abelardo Díaz Alfaro, o ver las obras de teatro
de René Marqués, los tres puertorriqueños.
Sin embargo, a pesar del gran parecido que hay entre ellos
en muchas cosas, los países hermanos de la América Hispana
tienen sus propias condiciones de vida y maneras de ser diferentes.
Cada uno de estos pueblos conserva ciertas tradiciones y ciertos
modos de pensar y sentir y actuar que son propios y que los distinguen
de los demás pueblos hispanos.
Quizás el más diferente de todos sea el pueblo de Puerto
Rico.
¿Y por qué Puerto Rico? Siendo un país que se parece a
otros países de habla española en este hemisferio, ¿por qué al
mismo tiempo es tan distinto y difiere tanto del resto de esos
países?
Primero, porque en general su historia política desde el
comienzo del siglo veinte ha estado íntimamente ligada a los
Estados Unidos.
Segundo, por su notable progreso económico desde los 40,
que ha hecho de Puerto Rico un país más industrial que agrícola,
y más moderno que muchos otros países hispanos de estos
continentes.
Tercero, porque las reformas políticas en Puerto Rico desde
1952, cuando se estableció el Estado Libre Asociado como base
principal del sistema de gobierno, han creado una relación especial
entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Esa relación se ha
ido fortaleciendo debido a la mayor influencia del capital privado
americano y del aumento de gastos del gobierno federal americano
(incluso, gastos militares) en Puerto Rico.
Cuarto, el hecho de que los puertorriqueños -por ser ciudadanos
americanos- pueden trabajar y vivir en los Estados Unidos.
Hoy en día, cerca de un millón de puertorriqueños residen
en Nueva York, Connecticut, Pennsylvania, New Jersey, Ohio,
Illinois y otros estados del norte (en Hawaii, hay más de 10.000
puertorriqueños). Este factor -la migración al norte y el movimiento
libre de puertorriqueños dentro del territorio americano–representa
un elemento de gran significación en el desarrollo histórico de Puerto
Rico.
Para tener una idea más clara de cómo es Puerto Rico, y
cuál puede ser el futuro de su gente, debemos conocer los sucesos
principales de su larga historia hasta el día de hoy. En cierta
forma, tenemos que hacer lo que hizo en otros tiempos el mismo
Colón: descubrir de nuevo a Puerto Rico como entidad histórica,
social y cultural.
Navegando, pues, con el autor de esta historia de Puerto
Rico y su pueblo, nos encontramos sobre el Océano Atlántico, con
dirección al Mar Caribe. Nos acercamos a la posición 17 a 18
grados Norte, latitudes, y 65 a 76 grados Oeste, longitudes … De
repente aparece ante nuestra vista: una isla.
Es la misma que apareció ante los ojos fatigados pero
triunfantes de Cristóbal Colón, y tiene la misma forma de entonces,
aunque lo que está sucediendo dentro de ella es muy diferente.
Enseguida notamos que su clima es caluroso, pues es una isla
sub-tropical. Y vemos que su color es de mil tonos -más que
nada, verdes, pero cada uno distinto a los demás. Es una isla
siempre verde, el escenario de lo que la autora Doris Troutman
Plenn llamó poéticamente “la canción verde” en su libro que lleva
ese título.
Mide 100 millas de largo por 35 de ancho. Nada más pero
para sus cerca de tres millones de habitantes, cada pulgada de su
territorio es “tierra bendita”. Así es como lo describen y como
lo cantan sus poetas. Y este es un pueblo que quiere tanto a sus
poetas como a Sil tierra.
Luego nos enteramos de que, mucho antes, se llamaba San
Juan Bautista pero hoy lleva el nombre ya conocido por millones
Y millones de personas en todos los países del mundo: Puerto
Rico. Curioso cambio de nombres: la capital y ciudad principal
Antes llamada Puerto Rico, pero ahora tiene el mismo nombre
que en otra época se le daba a toda la isla: San Juan.
Sabemos que en la historia de todos los pueblos, y en la
historia de la tierra misma, hay muchos cambios. Por eso, y a
pesar de ser pequeño, Puerto Rico ha venido transformándose
sobre todo, en su conciencia de si mismo.
Cuando los cambios son muy rápidos, ya sea en la vida de
una persona o de todo un pueblo, crean problemas. Puerto Rico.
como todo el mundo, tiene los suyos. Este libro nos indica cuáles
son estos problemas, y cómo se relacionan unos con otros.
Nos hace saber, por ejemplo, que al pueblo de Puerto Rico)
le interesa sobremanera continuar mejorando y modernizando su
condición de vida, pero que también le interesa sobremanera utilizar
sus valores y recursos espirituales para enriquecer su vida.
¿Qué significa esto? Nos hace pensar.
Significa ante todo que Puerto Rico no quiere separarse de
sus propios héroes. Quiere seguir recordando a Agüeybaná el
Segundo, a Guarionex, y a otros jefes indios de la isla que combatieron
a los invasores españoles, a Betances el luchador por la
libertad de los esclavos negros y de todos los puertorriqueños; a
Muñoz Rivera el defensor de más amplios derechos políticos para
Puerto Rico tanto durante el dominio español como bajo la soberanía
americana; a José de Diego y su pasión por la cultura
hispana; a Baldorioty el paladín del autonomismo puertorriqueño;
y a otras grandes figuras de su historia.
También significa que los puertorriqueños no quieren perder,
ni que se les quite, su propio idioma español, ni su propio modo
de ser, de pensar, de sentir, y de actuar. Quieren vivir su propia vida;
criolla, puertorriqueña.
Las cosas cambian. Las luchas siguen. En este viaje por la
historia de un pueblo, vemos cómo el puertorriqueño tuvo que
pelear, con espada y arcabuz y fuego contra piratas ingleses y
filibusteros holandeses y bucaneros franceses , todos desesperados
por encontrar y robarse el tesoro español que llegaba a la isla de
Perú y México, camino de España. Por varios siglos los habitantes
de la pequeña isla tuvieron que enfrentarse a ese peligro.
Pero ahora el peligro es otro. Hoy existe el peligro de que
pueda perderse el aprecio mismo por el tesoro ~ese tesoro verdadero
que es su propia personalidad.
Hoy, el pueblo de Puerto Rico empieza a despertarse ante
este nuevo peligro. Quiere sentirse unido a su propia manera de
ser, para su propia satisfacción. Y para poder dedicarse a su
propia vida, a sus estudios, a su trabajo, a su familia con
mayor seguridad y decisión. Todo esto ya no es un mero deseo:
es una necesidad de primera importancia para el puertorriqueño
y para el futuro de Puerto Rico, otra vez, se nos ocurre preguntar:
¿Por qué?
Llegando ya al final de este viaje histórico de todo un pueblo,
empezamos a oír una voz -la voz de la historia misma- que
trata de contestarnos nuestra pregunta,
Porque de la necesidad de conocerse uno mejor nace la esperanza,
y de ésta se levanta el propósito de no sentirse feliz
hasta lograr afirmarse mejor,
y nuestra mente interroga: ¿ Afirmarse?
Y otra vez de la historia misma viene la contestación:
Afirmar lo que es y lo que vale el puertorriqueño en el
mundo de hoy y de mañana.
Y así, mucho después de terminarse este viaje de descubrimiento
del pueblo puertorriqueño, de la voz de su historia nos
llega un eco de esperanza lanzada al futuro y que sigue resonando
dentro de la mente y dentro del espíritu, definiendo sus convicciones
con más detalle y más precisión:
Si, lo que vale el puertorriqueño, y lo que él tiene que llegar
a saber: lo que vale como ser humano, como parte de un pueblo
distinto a los demás pueblos pero queriendo mantener lazos de
comprensión y de ayuda mutua con todos, y como una comunidad
resuelta a forjar su propio destino hacia el porvenir.
Abel Penn
1972
…
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